En el Mercado de Pulgas de San Alejo, ubicado en la carrera séptima con 26, se ha formado una comunidad alrededor de las prendas de segunda mano y los descuentos
Por más de 30 años en Colombia ha existido un espacio de encuentro cultural, tradición, antigüedades y un modelo de venta para las prendas de segunda mano, el cual es muy popular en los países latinoamericanos, pues es una manera económica de conseguir productos de diferentes categorías y para todos los estilos. Estos mercados de pulgas, como se conocen popularmente, ayudan a alargar el ciclo de vida de muchos productos, aumentando su utilidad y durabilidad para lograr aprovechar cada material de aquellos que ya acabaron su ciclo.
La mayoría de los comerciantes llevan entre 20 a 30 años en el mercado de las pulgas, convirtiéndose en un lugar lleno de nuevas oportunidades para sus vidas personales y laborales. Es un espacio donde logran conectar con todo tipo de consumidores nacionales e internacionales, ya que son puntos de venta donde no solo se vive la experiencia de comprar y vender, sino que por otro lado, se conoce y se aprende nuevos estilos de vida y una gran diversidad de personas atraídas por este espacio.
Al momento de ingresar al mercado es inevitable no cautivarse con cada emprendimiento que se logra ver de una esquina a la otra, uno de ellos fue el de Clara Inés, llamado Amarantis, hecho con retazos. Clara es una mujer que relata su historia como un modelo de superación y de priorizar la creatividad en su máxima expresión. Ella comenzó en el mercado a raíz de una crisis depresiva que tuvo en el 2012, cortando las cortinas de su casa para apaciguar su crisis y despejar la mente; con estos cortes comenzaba a fluir su creatividad y crear variedad de productos que al final se los vendía a sus familiares y amistades más cercanas. Ella lo relata como una terapia donde logró expandir su creatividad, compartiéndola con más personas, por ende, consideró una buena opción entrar al mercado de las pulgas.
Su proceso comienza comprando los kilos de retazo que encuentra en los distribuidores de varias zonas de Bogotá como en Policarpa, de ahí reutiliza cada retazo diseñando instantáneamente como sería el producto final, esto lo realiza con el fin de reusar las telas que normalmente se suele perder de los grandes cortes y de esta manera impulsar compras más consientes; entre sus primeras ventas son bolsos hechos de tela de tapicería de muebles a cinco mil pesos colombianos. Clara es una fuente de inspiración y de guía de cómo la creatividad y las ganas de salir adelante rompen cualquier barrera.
Así como el puesto de Clara, la gran mayoría de los comerciantes que encontramos allí son de prendas de segunda mano, accesorios o artículos customizados, esto quiere decir que son objetos creados a partir de otros o modificados para ser reutilizados y brindarles mayor vida útil. Estos mercados son importantes en vista de que no cierran el ciclo de vida del producto, haciendo parte de una pequeña economía circular. Es importante resaltar que estos emprendimientos también son una fuente de ingreso para los cientos de comerciantes pertenecientes a este gremio, gracias a ello se ha convertido en una comunidad de comerciantes y compradores que han generado una relación simbiótica.
Los comerciantes concuerdan que no son expertos con el uso de la tecnología y entre sus mayores compradores están los jóvenes donde la mayoría de ellos buscan prendas, accesorios o variedad de objetos llamativos para revenderlos vía on-line diversificando este ciclo de vida, les da alegría encontrar jóvenes interesados en sus productos económicos. Este interés se da también por la nueva conciencia hacia los residuos de la industria de la moda.
El mercado de pulgas en Bogotá es un gran aporte a la industria de la moda, donde es posible encontrar un flujo activo de emprendimientos que son caracterizados por su creatividad y recursividad; cada vez se expanden por toda Colombia para finalmente complementarse con los demás países de Latinoamérica donde también se encuentra gran cantidad de estos mercados, estructurando parte de la identidad de modelos de negocio y de la moda de nuestro continente.
El mercado de las pulgas de San Alejo tiene un horario de atención los domingos y festivos desde las 9:00 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde. Sin lugar a duda es un plan infaltable para cada ciudad que se vaya conocer, donde uno puede reconectarse con las raíces latinas, descubrir, aprender y compartir con nuestra comunidad.
Escrito por Jenny Camacho, Aura Riaño y Natalia Támara.