La historia y evolución de la industria textil y el aporte de la Escuela Arturo Tejada en la capital colombiana
Antiguamente no había diseñadores en la capital, debido a que la moda surgió con la llegada de los españoles, importando ropa y patrones, haciendo llegar este material por medio del río de Magdalena, desde Cartagena hasta Honda, trepando la cordillera a lomo de indio hasta llegar a Bogotá; esto se llevó a cabo entre los años 1550 y 1950, creando un mercado de comercialización que favoreció a las clases altas con el nombre de “la ropa de Castilla”. Los Bogotanos cumplían el papel de sastre, quien se encargaba de remendar los atuendos provenientes de otros países.
Los gobernantes dirigían la moda, entre ellos estaba Andrés Díaz Venero de Leyva, fundador de Villa de Leyva; Simón Bolívar, libertador de Colombia y líder militar; Tomás Cipriano de Mosquera, presidente de la República Nueva Granada de 1845 a 1849; Rafael Núñez, presidente de Colombia de 1880 a 1884 y sus esposas, cuyo impacto y relevancia terminaba por influenciar a personajes importantes de la alta sociedad.
En el siglo XIX las pinturas de Vásquez Ceballos y José María Espinosa ilustraron la moda de los Bogotanos. A partir de 1900 surge la fotografía a color, con ello se crea la revista Cromos en el año 1916, donde los fotógrafos comenzaron a registrar la moda capitalina.
A su vez, estimula el talento nacional que exalta a los representantes de la moda en Colombia, brindando una plataforma para enaltecer el diseño nacional, estando vinculada con la estética donde ilustraban las candidatas del certamen de belleza más importante del país, donde interactúan con las participantes realizando entrevistas, análisis y crónicas que son realizadas por personajes de la vida pública nacional figuras del entretenimiento.
Los diseñadores Bogotanos surgen desde los años 80, con el inicio de personajes como Hernán Zajar, figura que desde muy joven reveló una clara sensibilidad por la moda a pesar de haber cursado experiencias ajenas al diseño, años más tarde estudió Diseño de Moda en Colombia e hizo cursos de especialización en Roma y Nueva York.
Olga Piedrahita, también diseñadora de moda colombiana, sembró en su personalidad una libertad creativa como una decisión concisa de estudiar arte y convertir la moda en una propuesta estética llevando a cabo eventos sumamente artísticos. Ensambles dramáticos de telas inesperadas mezcladas con tinturas, marcó un estilo notorio que impactó en Colombia, lo que la llevó a abrir un taller en Bogotá, con esto decide participar por 4 años seguidos en desfiles de la Asociación Colombiana de Diseñadores.
Augusto Montenegro, cubano, publicista y diseñador de arte, egresado de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y actualmente profesor de Historia del Traje en la Escuela Arturo Tejada Cano, cuenta acerca de su llegada a la capital, “las personas vestían de paño muy grueso importado de Londres y París, debido a que la ciudad era bastante fría. Las mujeres y los hombres siempre portaban un estilo muy elegante”, menciona que hasta en las clases populares las personas vestían muy bien. Para él, la moda de la época lo impactó, viendo a las mujeres usando sastre, guantes, sombrilla y medias de nylon; asimismo los hombres vestían de camiseta blanca, corbata, chaleco, gabardina y sombrero con sus zapatos relucientes como un espejo, expresó “no se veía la vulgaridad que se ve hoy en día, la mujer tenía su esencia femenina que la caracterizaba siempre”.
Relata como historiador, el protagonismo de Colombia con la puesta en marcha de la industria textil que inició en Medellín, con las empresas Coltejer y Fabricato, las cuales se fundaron en el año 1920, incursionando con la producción de una línea de ropa casual. En Bogotá también cambió la industria de la moda, sin la necesidad de importar atuendos de Europa, creando con los recursos con los que contaba en el país.
Augusto narra los inicios de la Escuela, se fundó en 1960 con Arturo Tejada Tejada, soldado voluntario en la Segunda Guerra Mundial a favor de Francia, combatió como veterano en su ejército y como recompensa le dan una pensión, con la que estudia en Estados Unidos en el Instituto de New York de Moda.
En el año 1947 llega a Bogotá fabricando modelos para Fémina, casa de moda de su tía Candelita de Rojas, quien fue un personaje importante porque confeccionaba atuendos para la clase alta de la ciudad. Augusto cuenta una anécdota en donde Candelita asistió a una reunión burguesa, estaba la primera dama de la nación, Bertha de Ospina, esposa de Mariano Ospina Pérez; estaban todas las damas oligarcas y aristócratas, Bertha saluda a Candelita y le dijo: “llevas un vestido muy hermoso, ¿de dónde lo trajiste, de Francia?”, a lo que ella responde: “es un vestido hecho en Colombia y fabricado por mí”, esta anécdota denota que fue pionera en la confección, con lo cual Arturo continua con esa línea de trabajo e influye en la moda de Bogotá.
La escuela principalmente surge con Candelita de Rojas y Arturo Tejada Tejada, basada en la línea del patronaje neoyorquino. Lamentablemente Arturo muere en el año 1979 de manera que su hijo, Arturo Tejada Cano, lo reemplaza y sigue con la escuela. Empieza a dirigir en el año 1980 hasta su muerte en 2019, empleó un proceso novedoso, trasladando la escuela a una nueva sede ubicada en la Avenida Séptima con calle 35, implementando el patronaje industrial; el prêt à porter nombre en francés que significa “listo para usar” y el concepto creativo, por tanto involucra más personas en el proceso de evolución. Mediante un proceso más completo en diseño de moda con la ayuda de personajes como Hernán Zajar y Olga Piedrahita, quienes brindan la asesoría de colecciones, enseñando a los estudiantes, maneras para apoderarse de un proceso textil, desde el patronaje y la confección de cada prenda.
Según Montenegro, en el año 1990 Arturo Tejada Cano implementó en la escuela el mercadeo en la moda, un diseñador no solo debía tener un concepto artístico y manual, sino también incluir el pensamiento de emprender hacia nuevos caminos, él quería lograr que sus estudiantes y egresados fueran empresarios emprendedores, con una gran visión futurista.
Dora Martínez de 84 años, criada en Boyacá y dedicada al hogar, cuenta el aporte que hizo en el diseño de moda de la capital y la pasión que tenía por ello. Cuando era niña, su padre le compró una máquina Singer manual de pedal, funcionaba con el movimiento que ejercía con sus piernas y pies; remendaba los pantalones de su papá, le hacía camisas y sacos a sus hermanos en tela de lino, popelina y algodón. Su padre viajaba hasta Bogotá para comprar la tela necesaria para la elaboración de prendas. Cuenta Dora que todo lo que ella construía era empíricamente, sus recursos eran limitados, por lo que solo contaba con una tiza, tijeras y su máquina.
La moda en Bogotá incursionó en el mercado desde hace 40 años y continúa en evolución, implementando innovación en tecnologías para el diseño y confección de prendas; descubriendo nuevos mercados en la moda. Teniendo en cuenta la historia, desde un guerrero que quería implementar un nuevo mercado en Colombia hasta Arturo Tejada Cano quien formó el arte de la moda a diseñadores completos.
Redactado por Nikoll Castellanos Espitia