La belleza es compatible con la sostenibilidad

Fotografía de Edgar Garcés

Estefanía‌ ‌Gutiérrez‌ ‌es‌ ‌una‌ ‌influencer‌ ‌en‌ ‌mundo‌ ‌de‌ ‌la‌ ‌moda,‌ ‌le‌ ‌apuesta‌ ‌a‌ ‌la‌ ‌reconciliación‌ ‌ con‌ ‌la‌ ‌naturaleza‌ ‌y‌ ‌el‌ ‌valor‌ ‌como‌ ‌individuo‌ ‌en‌ ‌la‌ ‌sociedad‌

Cada vez son más los movimientos sociales y globales que defienden la posición ambiental, como un factor de responsabilidad que involucra a la población. Por fortuna, se le ha dado participación a este tema, pues está motivado en respuesta a la crisis mundial, que afecta a la población, debido a que, podría convertirse en un escenario de alerta, prevención y de cambio. Existen personas que logran influenciar a su entorno, una de ella es Estefanía Gutiérrez, Ingeniera de Diseño de Producto, y actual representante de belleza del departamento de Bolívar, una joven consciente del impacto ambiental que genera el estilo de vida que lleva.​

​Es necesario encontrar la manera de volver al origen de las cosas, donde no exista el apego a una tendencia o más bien a algo que lo defina. Cada situación puede verse como la oportunidad para recuperar toda la esencia y si es el caso, darle lugar a una vida más sostenible con el ambiente, tal como lo hizo esta joven de 25 años, quien demostró que ser reina y ecologista es posible. ​

Por este motivo, se destaca su capacidad de impactar positivamente a la sociedad, desde el activismo a favor de la naturaleza; pequeñas acciones logran resultados favorables y motiva a que otras personas, teniendo prácticas como: apoyar a emprendimientos campesinos, comprar en plazas de mercados, los pequeños y medianos productores, entre otros. Además, se tiene una convicción por el apoyo al mercado nacional y no se pierde de vista la compra de ropa, muebles, electrodomésticos, entre otros.

Cortesía de Estefanía‌ ‌Gutiérrez

Greenpeace, destacada ONG​ ambientalista, es una abanderada del ecologismo, a través de sus múltiples campañas en materia de cambio climático, deforestación de bosques, consumismo, la protección de océanos y, en términos generales, la prevalencia de los recursos naturales. El estilo de vida ecologista trasciende las paredes de una casa, todo importa e impacta. Se rompen estereotipos en medio de una comprensión profunda, pues la basura que se genera no desaparece por arte de magia, aunque se deseche, sigue en el verdadero hogar, el planeta tierra.

Fotografía de Oliver Olivella
Fotografía de Oliver Olivella

Por esta razón, Estefanía dejó de comprar ropa en sitios exclusivos, ahora se toma el trabajo de investigar productos nacionales y de esta forma apoyar marcas sostenibles, disminuyendo la producción de contaminación. Es una de tantas mujeres agradecidas porque este camino la ha llevado a varios emprendimientos que le permiten vestir de una manera ética y no precisamente con marcas reconocidas, sino siendo fiel a su esencia.

Toma relevancia que lo incómodo se transforma, es el caso de detalles como llevar consigo un termo de agua y cubiertos a todo lugar o separar la basura, incluso conservarla hasta poder disponer de ella, bien sea, reciclar con el fin de disminuir el tiempo que dure en el planeta, ofreciendo un beneficio colectivo más que del individual. “Aunque la industria produjo un sinnúmero de productos para darnos una vida supuestamente más cómoda, como los desechables de toallas higiénicas, pañales, envases plásticos de un solo uso, la conveniencia individual nunca debió pasar por encima de la vida” reflexiona Estefanía. ​

De acuerdo con la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, los datos indican que el rubro del vestido cada año utiliza 93.000 millones de metros cúbicos de agua, un volumen suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas, y que también cada año se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra, lo que equivale a tres millones de barriles de petróleo. Además, la industria de la moda produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, con las consecuencias que ello tiene en el cambio climático y el calentamiento global (ONU, 2019).

La reina de belleza prefiere acoger un estilo sencillo y de calidad, dejó a un lado el rito de no repetir ropa, “porque en cada temporada hay que estrenar”, pues las prendas pierden su utilidad; la vida de ecologista le ha cambiado su pensamiento, también la alimentación y la forma de movilizarse; actualmente indaga las cosas que tienen un inicio y descubre la razón por la que terminan. Este es un contraste con el actual modelo económico, donde se promueve el consumo de bienes y servicios, creando necesidades que no tienen lugar. ​

Así mismo, en medio de la pandemia que está viviendo el mundo es importante poner la mirada en el origen de las cosas, no se puede ocultar la realidad de las ciudades que siguen dependiendo de los ecosistemas, bosques y mares. “El ser humano vive autosuficiente, pero hay que recordar: no somos la única especie, existen seres vivos necesarios para sobrevivir, como las abejas. Debemos cambiar” afirma Stefanía Gutiérrez. ​

Fotografía de Andrés Espinoza
Fotografía de Andrés Espinoza

Las personas que siguen este camino son conscientes de los alimentos que consumen, sin pasar por alto su impacto, y el daño a la sociedad; más allá de esto, pueden convertirse en un ejemplo de vida para personajes como Estefanía, que sueña con inspirar desde su rol de reina y así llevar reconciliación con la naturaleza y garantizar la supervivencia humana. “Represento empresas de las que me siento orgullosa porque sé que están haciendo lo mejor posible por la humanidad y la naturaleza”, añadió.

Entonces, si los actos comunes son importantes, es imprescindible cuidar para no seguir repitiendo una historia de indiferencia con el ambiente, ignorando una la relación sostenible con la moda, la alimentación, el transporte o el lugar de residencia. “Debemos dejar de demandar las cosas o abusar de ellas y aprender a vivir con lo que la naturaleza nos ofrece, eso también es belleza” concluye Estefanía.

Redactado por Laura Guzmán y Lida Castro