Una herencia que comunica arte, cultura e historia. Cada artesanía es su tesoro y su sustento.
Sus rostros se han convertido en uno más de la población capitalina, habitan en diferentes partes de la ciudad y todos llegaron por razones similares: desplazamiento forzado en sus territorios ancestrales a causa del conflicto armado y la búsqueda de mejores condiciones, con el deseo de llamar la atención del gobierno nacional sobre las problemáticas que no les permiten vivir en armonía. La comunidad Emberá lejos de su casa, enfrentando diferentes adversidades, es un ejemplo de resiliencia. Muestran a través de sus artesanías la conciencia sobre la conservación de las tradiciones, su riqueza más grande.
Originarios de Risaralda y Chocó, al llegar a este terreno desconocido y con poco apoyo institucional, los accesorios tejidos con chaquiras, representativos de su cultura, han sido la forma de conectarse nuevamente con el espacio que habitaban y debieron dejar, además de brindarles la oportunidad de sostenerse económicamente a partir de la venta informal, usualmente en las calles cercanas al centro de la ciudad.
Los tejidos tienen un valor estético y artístico, cada chaquira posee un significado según el color y la organización de los diseños. Los collares, pulseras y aretes comunican historias para los que saben leer entre líneas, buscan representar lo que hay alrededor, paisajes, animales y frutos que estaba en su territorio. La combinación de diseños y colores son infinitas e ilimitadas, como la paciencia y creatividad de los artistas.
Las chaquiras de colores por ejemplo funcionan de forma simbológica, el amarillo para el sol, el azul para el cielo, el verde para la naturaleza, el café para la tierra, el rojo para la sangre, etc. La forma del tejido igualmente puede llegar a significar, los collares redondos con puntas de cuentas en el filo son llamados “la corona del sol” por su forma, las cuentas que caen en fila son la lluvia y las formas de puntas dentro del tejido las estrellas; la combinación de colores ordenados representa al arcoíris, las puntas redondeadas de los collares son llamadas “tetas” por su similitud visual con el órgano femenino; también se pueden encontrar dibujos como flores, bejucos, monos, peces, felinos entre otros de la fauna y flora del Chocó y Risaralda.
La labor se ha transmitido de generación en generación hasta convertirse en lo que es hoy día. Antiguamente los abalorios se realizaban con semillas, dientes animales, huesos, entre otros elementos naturales; lentamente fueron haciendo una transición a las chaquiras de plástico o fibra de vidrio, que a pesar de no ser propias del espacio, se convirtieron en su material principal, ya que les brindaba la posibilidad de expresarse con múltiples colores y acabados más estéticos.
Todos pueden formarse en el arte del tejido en chaquira, se replica por medio del aprendizaje por imitación, los niños se instruyen viendo y repitiendo, es un oficio que además de elementos como una tabla para sostener los hilos, una puntilla, hilos y chaquiras requiere paciencia, voluntad y disciplina, “hay niños que son juiciosos y desde los 8 años ya comienzan a hacer su arete o su collar” cuenta Agovardo, el jaibana o medico tradicional. Es una labor inclusiva, en la que pueden participar hombres mujeres y niños por igual, incluso están abiertos a enseñar a las personas que a pesar de no pertenecer a la etnia Emberá deseen conocer esta herencia.
Actualmente algunos grupos desplazados se encuentran en pequeños asentamientos informales en diferentes partes de la capital. Uno de estos está ubicado en el parque Tercer milenio, desde donde dos grupos de indígenas Emberá chamì y Emberá Katìo producen y comercializan sus creaciones por medio de la página de Instagram y Facebook @emberartesanias. Natalia Peña Duarte es la persona que impulsa esta página, después de conocer la desfavorable situación en la que se encontraban los indígenas decidió poner manos a la obra y crear en compañía de la comunidad un lugar donde pudieran darse a conocer, llegar a muchos más clientes e impulsar sus ventas.
Comercializar las artesanías en este momento ha sido complicado por la falta de afluencia en el lugar donde suelen ubicarse, por esto comparten en las redes sociales las imágenes de sus accesorios. La adaptación al uso de celulares, internet y aplicaciones de banca como “Nequi” ha sido lenta y complicada por barreras como el idioma, pero con la ayuda de Natalia Peña Y otros 5 voluntarios, ha sido posible.
“Perder la cultura es perder la esencia” en palabras de Nelson, líder Chamí autoridad mayor, es por esto que para ellos es tan importante, a pesar de las adversidades, llevar en alto su identidad; aun estando en Bogotá llevan sus trajes típicos, hechos a mano por las mujeres con telas fruncidas, adornan sus cuerpos día a día con las artesanías que realizan y protegen a sus niños con la manilla contra el mal de ojo, que mantiene a la maldad fuera. La idea de que los más jóvenes puedan dejarse tentar por la vida occidental genera miedo entre los mayores, las nuevas generaciones son las encargadas de la gran labor de continuar el legado, son los responsables de conservar la historia que Colombia no debe olvidar.
Los diseños tradicionales, fuertes en color, se adaptan y se convierten en pieza protagonista de cualquier outfit. Las artesanías tienen un lugar en la moda, en esta era en la que las tendencias buscan dirigirse hacia un espacio más sostenible y tradicional, los indígenas Emberá ofrecen esta opción de accesorios llenos de significado. Cada pieza realizada es única, apoya a un artesano y enriquece a su portador; lleva consigo mucho tiempo, amor y trabajo, algo que no se puede conseguir de un producto producido en masa; es sin duda una labor digna de admiración.
Una propuesta para el futuro es dictar talleres donde además de enseñar la técnica del tejido se transmite igualmente la importancia de las tradiciones y los valores detrás. Les gustaría llegar a más personas, incluso al mercado internacional. Son abiertos a permitir a los demás a conocer su cultura, porque desean que las personas comprendan su situación actual, sus problemas y pasado, que es parte de la historia e identidad de todos los colombianos.